No, no lo entiendo

Sin duda en la meca del cine, en el Hollywood de flashes y celebrities pasará a la historia, o lo ha hecho ya, como la escena más recordada en una gala de los Óscar: Will Smith, el que iba a ser ganador al mejor actor del año se levanta en directo y abofetea al presentador, por un chiste de mal gusto -habituales por cierto en este tipo de ceremonias, se celebren donde se celebren- sobre su mujer y su peinado.

Creo que no es necesario ahondar en los detalles porque han dado la vuelta al mundo, así como las múltiples reacciones que hubo después. Reconozco que cuando lo vi, inicialmente pensé que era un gag preparado pero pronto quedó claro que no. La actitud de satisfacción según se da la vuelta tras el bofetón, los gritos dejando claro que no se mencionara a «su» mujer, no dejaban lugar a dudas: estábamos ante lo que muchos y muchas entienden que es una reacción propia de un «hombre». Por que sí, para mí -aunque sé que muchos no lo ven así- se trató de un acto de machismo, de ese varón esposo protector de una mujer -que estoy segura que tiene voz y voto, no lo cuestiono- que se ve en la «obligación» de «defender su honor».

Y ojo, que si se ve completa la secuencia, la broma previa que el presentador realiza a la pareja Cruz-Bardem es bastante más ofensiva, y también claramente machista, que la que realiza respecto al aspecto de la Jada. Bardem jalea la broma, aunque si nos fijamos en Penélope no le hace gracia. Sea como sea, la justifican por el bien del espectáculo – mal hecho- pero desde luego no se levanta ofendidísimo en su hombría y le arrea una leche.

Dio la casualidad de que el día anterior había terminado la lectura del último libro de Francisco Castro «Isto SI é un Home», un ensayo sobre las nuevas masculinidades, un término que empieza a sonar pero que debería ser ya una realidad, o al menos la línea de trabajo que las sociedades modernas -sobre todo en el ámbito de la educación- deberían abordar cuanto antes, porque como señala en su libro el autor gallego «os homes tamén somos vítimas do patriarcado…» «O asunto -añade- é dicidir que facemos cuha educación recibida que sabemos que non é decente…». Porque como explica claramente en sus páginas no se pueden considerar decentes aquellas políticas, actuaciones o educación que discriminan a la mujer por el simple hecho de serlo, que se mantienen ajenas a la igualdad que desde siempre vienen reclamando -cada vez de forma más alta y clara-.

La implicación de los hombres en la lucha feminista es necesaria, el desarrollo de esas nuevas masculinidades alejadas del padre de familia, cuya obligación es llevar el dinero a casa, mantener a su prole y atender sus necesidades básicas – y de vez en cuando las emocionales-. Evitar mostrar las suyas propias y siempre mantener la compostura, y si es necesario, «por amor», como dijo Will Smith, desaprovechando un momento perfecto para disculparse «hacer lo que sea necesario, aunque ello implique abofetear o dar una paliza, o incluso, por qué no, matar a alguien.

Frente a la justificación de la violencia, Francisco Castro reivindica una revolución «no que se refiere é educación dos sentimentos, a afectividade e os desexos pero tamén ao que poderíamos chamar «os textos» cos que nos educan». Y es que como dice la canción «Esos locos bajitos» de Joan Manoel Serrat , los progenitores «les vamos trasmitiendo nuestras frustraciones con la leche templada y en cada canción» y, muchos y muchas los valores que secularmente se han transmitido como algo «normal».

foto.Elie Bernager Los hombres también lloran…

Valores que desde el feminismo -palabra que genera urticaria a los inmovilistas- ahora buscan recolocar, ubicar en la posición de equilibrio, en la igualdad de derechos. Y ahí, sin duda, la aportación de los hombres es y será fundamental. Cada vez más son los hombres que se reconocen como feministas sin rubor, pero no los suficientes. Y, precisamente, en ellos y en las madres de los futuros hombres está la responsabilidad de ir cambiando el suelo sobre el que se sustenta el patriarcado. Porque tenemos que educar distinto «sobre todo aos nosos fillos. Tamén a elas. Pero sobre todo a eles, que viven rodeados hoxe tamén do patriarcado por todas as partes, nos deportes, na escola, nos medios de comunicación, nos videoxogos, no porno que lles entra polo móbil, nas máis altas institucións…»

Fundamental esta idea -entre otras muchas – que recoge en «Isto Si é un Home» porque como madre que educa a una niña poco podré hacer al explicarle sus derechos y obligaciones, su igualdad y libertad frente a los hombres si el modelo masculino contemporáneo a su generación no apuesta, precisamente por las nuevas masculinidades, porque la idea tradicional de hombre ya no existe, no tiene cabida y sí la búsqueda de una alternativa a ese modelo hegemónico que incorpore la perspectiva de género.

Necesarios libros y textos sobre esta nueva realidad para que vayamos aprendiendo. Fundamentales para seguir avanzando en la lucha por la igualdad y sobre todo para que no, no se vea normal la actitud de Will Smith… Si no fuera él, tal vez se afearía mucho mas la actitud, o no. No lo sé. Lo siento pero no comprendo a quienes justifican esta acción en las emociones, en el hecho de que se meten con un ser querido. «Soy la persona más emocional del mundo e entendo a Will Smith», recogía una entrevista reciente a la escritora Arantza Portabales en un suplemento. Desde el respeto, no, así no, porque por esa regla de tres todo lo arreglaríamos con violencia.

Mal por Cris Rock por el humor machista y zafio ante millones de espectadores como testigos pero ¿no sería más normal y lógico que el ganador del Óscar utilizara su discurso ara afear esa conducta que desplegó sobre el escenario? ¿No sería mucho más efectivo el uso de las palabras ante un público mundial y recriminar lo que acaba de oír e incluso ir más allá y afear a todos los asistentes que rieron y aplaudieron la broma?

Y ahí está el problema, en la normalización de actitudes que nos lastran desde hace siglos en la consecución de una sociedad igualitaria, en la que hombres y mujeres estemos en el mismo nivel -algo contra lo que se rebelan todos aquellos que no quieren renunciar a sus privilegios, aunque sea a costa de sus hijas, hermanas, mujeres, compañeras…- No, no lo normalicemos. No, no digamos que entendemos la reacción de Will Smith, no demos alas al patriarcado «que es como la plastilina» con «capacidade de adaptarse a toda clase de realidades».

Así que no, yo no lo comparto, no entiendo el comportamiento de Will Smith.